Vuelta a los Lagos 22/03/2009

Clásica del CAU. Travesía circular atravesando varios ibones en el entorno de Panticosa: Bachimaña, Bramatuero, Labaza y Serrato.

Algún desaprensivo se levanta a las 05:30 y todos le seguimos...

Aún es de noche cuando terminamos de desayunar y de preparar las cosas con la luz de los frontales. Salimos del refugio a las 06:40 y empezamos el porteo por el sendero. Qué bonito sería si no fuéramos con esas botazas y los esquíes enganchándose en las ramas de los árboles. Bueno, aun así es bonito.

Bordeando el barranco

Ya asoma el sol

El porteo se me hace más largo de lo que recordaba, pero está entretenido porque hay que andar con mucho cuidado, que de un resbalón te vas al barranco. Después de que el sendero baje hasta el barranco, justo a punto de comenzar la Cuesta de los Frailes, el grupo de cola nos paramos a poner focas, mientras los que van por delante ya han empezado la subida porteando. La nieve está dura pero se deja manejar, no hacen falta las cuchillas.

Bajando al barranco

Subiendo la Cuesta del Fraile

Cuando llegamos al final de la subida, en la presa del Bachimaña Bajo, ya asoma el sol, pero su calor es anulado por una gélida brisa que sopla sin cesar. Mientras nos reagrupamos, algunos vamos a ver la obras del nuevo refugio, observando que es bastante más pequeño que la Casa de Piedra. 

El nuevo (y pequeño) refugio

Bordeamos el ibón por la derecha, con viento y a la sombra, hasta que llegamos a la presa del Bachimaña Alto. Está vaciado, supongo que con el objeto de recoger el agua del deshielo de tanta nieve que se ha acumulado esta temporada. Por eso, tenemos que bajar unos cuantos metros hasta llegar al fondo helado, por el que foqueamos hasta atravesarlo completamente. Bordeamos por el norte la cabaña de Bachimaña y paramos a comer algo en un isleta de rocas. 

Bajada al ibón de Bachimaña Alto

Reemprendemos la marcha bordeando por el sur (derecha) el ibón de Bramatuero Bajo y llegamos a la última pala antes de llegar al Bramatuero Alto, donde nos reagrupamos el grupo de cola y el cuarteto que se había ido de excursión por la media ladera sur. Algunos ponen cuchillas, otro se pone crampones y yo, para variar, no me pongo nada. Como veo que todos van por la directa y se acumula mucha gente, decido subir por la izquierda, que además me vendrá mejor para subir sin cuchillas. Al mismo tiempo y por delante, Fernando también toma el mismo camino, y terminamos subiendo la mitad del grupo por un lado, y la otra mitad, por otro. Pero todos subimos...

Mucho tráfico en la pala de subida al Bramatuero Alto

Otro descansito al borde de la presa. La frase del momento era: "Aquí había una cabaña, ¿no?". Tras volver a comer algo (no paramos, oiga), bajamos hasta el lago, lo atravesamos por el oeste (derecha) y empezamos la última subida que nos llevará hasta el collado. Los últimos componentes del grupo llegan a las 12:36, prácticamente 6 horas desde que habíamos salido de la Casa de Piedra. Y otra vez a comer...esta vez, debajo de los Dientes de Batanes.

Los Dientes de Batanes

Remontamos un poco desde las rocas donde habíamos parado a comer, para coger una primera pala que tiene buena pinta. La nieve está dura pero se deja esquiar. Según vamos bajando, la nieve va mejorando y la temperatura va subiendo, y no podemos evitar llevar una sonrisa de oreja a oreja mientras esquiamos. ¿Quién quiere ir a pistas masificadas teniendo estas palas, esta nieve, estos paisajes, para nosotros solos? A cada pala, se suceden las paradas para reagruparnos, grabar vídeos casi personalizados y exaltar la amistad. Nadie se acuerda de las 6 horas que nos ha costado subir, habiendo madrugado y sufriendo el viento a ratos. 

Impresionante estampa del Garmo Negro

Ibón del Serrato

El final de la bajada es por bosque, pero la madre Naturaleza quiso hace unas semanas facilitarnos la tarea, y dejó caer un alud que nos limpió de árboles una zona (por la derecha), permitiéndonos llegar esquiando hasta la misma puerta del balneario.

Terminando la bajada por el rastro del alud

Itinerario (en rojo) de la bajada

Para finalizar la jornada, nos reunimos en la terraza de la Casa de Piedra y brindamos por el magnífico día de esquí con cava Roy. Mientras nos deleitamos con semejante "delicatessen", algunos comentan:"¿Por ahí hemos bajado? Pues parece mucho más empinado...". Y lo cierto es que sí, que parece que hemos hecho algo y todo...


Más fotos aquí.

En azul, la ruta de subida; en amarillo, la de bajada. Pongo sólo datos de la subida:
- cota mínima/máxima: 1.636 / 2.729 m
- ascenso/descenso acumulado :  1.331 / 218 m 
- distancia recorrida/proyectada : 10.490 /  9.969 m



Por último, los vídeos.
Pedrito en la primera pala.


¿Qué pierde Ángel?


Nuria 


Angelote


Toma falsa de Pedro y verdadera de Nuria

Travesía Oza - Linza - Oza 14-15/03/2009

El frente que dejó nieve y viento durante la pasada Cincomarzada, frustró las ilusiones de unos pocos que veíamos en la temporada actual la oportunidad ideal para hacer una travesía de la que nos habían hablado muy bien : Oza – Linza – Oza. Cuando me enteré de que se estaba preparando un fin de semana de esquí de travesía en Linza, busqué compañía para hacer la travesía pero, por una razones u otras, no logré encontrar a nadie. El plan para el sábado era subir al Chinebral de Gamueta, mientras que el domingo le tocaría el turno al Petrechema. No era mal plan, pero aún mantenía la ilusión de poder hacer la travesía. Así que, tras estudiar minuciosamente el mapa de la zona y buscar reseñas en Internet, decidí que iba a hacer la travesía, aunque fuera en solitario.

El plan era el siguiente:

- el mismo sábado, madrugando un poco, dejaría el coche en Oza y me reuniría con el grupo en la misma cima del Chinebral, y pernoctaría con todos en Linza.

- el domingo, subiría con el grupo al Petrechema y retornaría a Oza mientras el grupo regresaba a Linza.

En cuanto al trazado, para la ida partiría desde la carretera a Selva de Oza (hasta donde la nieve me lo permitiera), tendría que foquear por la pista hasta la cabaña de la Mina y luego remontar el barranco Acherito desviándome hacia el collado de Petraficha y, una vez pasado éste, alcanzar la cresta que va desde el Petraficha hasta el Quimboa (Alto), que sería el primer objetivo del día. Después, quitaría focas y bajaría hacia el collado de Anzotiello para, tras cruzar las Foyas de Gamueta, ascender al Chinebral de Gamueta y, de ahí, descender a la Fuente de los Clérigos y portear hasta el refugio de Linza.

Para el regreso, lo que nos habían comentado y que se puede encontrar en Internet era, una vez en el Petrechema, descender por las empinadas palas de su cara sur hasta el collado (Petrechema) y realizar un flanqueo por el Este del Sobarcar hacia el Puerto de Acherito, donde cogería el barranco Ferrerías que, más tarde al confluir con otros barrancos, se convierte en el de Acherito, que termina en la cabaña de la Mina, punto de partida de la travesía.

La noche anterior me dejo preparada la mochila y me pongo el despertador a las 05:30, hora a la que me despierto. Entre unas cosas y otras, consigo salir de Zaragoza (4º cinturón) a las 06:00, cumpliendo el horario previsto. El viaje transcurre sin incidentes y consigo llegar hasta el antiguo camping de Selva de Oza, donde la carretera/pista ya está cortada por la nieve. Empiezo a foquear camino de la cabaña de la Mina a las 08:06.

Así estaba la pista en el camping.

Cuando llego al puente, veo que hay menos nieve de la que me esperaba, y que igual me toca portear. En lugar de seguir el itinerario previsto, comienzo la subida un poco más a la izquierda, ya que hay más nieve.


Voy ganando altura buscando desesperadamente la nieve, a veces sin poder evitar descalzarme algún pequeño tramo. A partir de la cota 1.355m, ya consigo tener continuidad, salvo un par de pequeños tramos de 1-2m de pasto. A esa altura y hasta los 1.600-1.700m, el sol hace que la nieve no se mantenga firme bajo las tablas, y la progresión requiere más esfuerzo por mi parte. Me planto justo debajo del Chipeta Alto y viéndolo tan cerca del collado, me entran ganas de subirlo, pero demoro la decisión hasta que llegue al collado. Hasta la última pala, la pendiente había sido suave, incluso con alguna bajada debido a lo irregular del terreno; únicamente al final se empina un poco más.

Vista panorámica de la cresta. A la izquierda, el Chipeta Alto.

Mientras voy ascendiendo, voy fijándome en el itinerario de regreso, y no me gusta nada porque veo que tiende a meterse dentro del barranco, donde la escasez de nieve lo haría impracticable para el esquí.

Barranco de Ferrerías, con el Petrechema al fondo.


Una vez en el collado, me entra pereza para subir al Chipeta, quitar focas para volver a bajar, y volver a poner focas, así que desisto de subirlo. Ahora me toca flanquear por el sur el Petraficha, y puedo ver los restos de un enorme alud. Para no tener que bajar demasiado y meterme de lleno en el barranco para luego tener que volver a subir, tengo que atravesar esos restos y pasar por encima del corte de la placa que falta por desprenderse, que es evidente. El flanqueo se hace largo y lo hago con mucho cuidado.

El collado una vez pasado el tramo complicado.

Una vez terminado, giro hacia el norte y me meto de lleno en la pala oeste que sube al Petraficha. Estando ya muy cerca del pico, llegando a la cresta, no le veo mucho sentido subir esos 20-30m y no lo hago. Una vez en el cordal, voy recorriendo los picos, incluido el Quimboa Alto (2.196m). Desde allí, contacto por primera vez con el grupo que sube al Chinebral. Y me como un kitkat.

Cornisas en el entorno del Quimboa.

Desde el Quimboa, en primer término el Anzotiello y, al fondo, el Chinebral de Gamueta.

Quito focas y bajo por la pala norte del Quimboa. La nieve está dura pero agarra bastante bien, disfruto esquiando. Voy parando de vez en cuando para determinar el punto en el que volveré a poner focas y el trazado de subida al Chinebral. Ante la duda de lo que me puedo encontrar, elijo un itinerario que me exige bajar hasta un poco más de los 1.800m. Una vez allí, pongo las focas y comienzo a subir, pero están tan mojadas (por ambas caras) que una de ellas termina por soltarse, así que paro para intentar solucionarlo. Como no le veo solución, saco las focas de repuesto: son rectas, estrechas, largas, viejas, algo rotas y les falta pelo, pero están secas y se pegan bien. Ya colocadas, reemprendo la subida, ya sin contratiempos, hasta una punta en la arista del Chinebral donde me espera el grupo. Después de la paliza que me estoy pegando, pienso que sería una faena no subir al Chinebral, pero cuando estoy a punto de reunirme con ellos, veo como algunos reanudan la subida hacia el pico (“¡Bien!”, pienso en mi interior). Cuando llego a su altura, tras descansar un poco y hablar con Pedro, me uno a los que están ya subiendo, alcanzando la cima en pocos minutos.

Subiendo el tramo final por la arista.
El Midi d' Ossau desde la cima del Chinebral.
Hablamos, bebemos, comemos, disfrutamos de las vistas, quitamos focas y empezamos a bajar por la pala sur. Si subiendo la nieve no presagiaba buenas sensaciones (húmeda, pesada), bajando comprobamos que no está tan mal, y todos disfrutamos mucho, hasta que nos metemos de lleno en el barranco de Gamueta, donde tenemos que remar, incluso descalzarnos los esquís para cruzar un paso, hasta llegar finalmente a la Fuente de los Clérigos, en la pista que lleva al refugio de Linza.

Vídeo de la parte intermedia del descenso.


Durante la cena aparecen Miguel y Marisa, que también van en travesía desde Oza como yo, y quedamos que volveremos juntos desde el Petrechema hasta Oza.

Tras una noche atípica sin incidentes (léase ronquidos), nos levantamos a las 07:00 para prepararnos el material antes del desayuno de las 07:30. Tras el desayuno y los últimos preparativos, nos juntamos en la salida del refugio con las focas (y algunos hasta con las cuchillas) puestas y dispuestas para subir al Petrechema, un grupo de unas 23 personas (no sé si alguien se molestó en contarnos). Bueno, no nos juntamos todos porque algunos “cagaprisas” salieron antes y otros “pachorras” lo hicieron después...pero como ya nos vamos conociendo, tampoco nos sorprendemos.

El grupo preparándose.
El grueso del grupo inicia la subida a las 08:42 con una nieve dura-helada sobre una suave pendiente. Para entonces, el sol ya nos daba de lleno aunque no con toda su intensidad. El grupo va totalmente desperdigado, con multitud de trazadas (que no huellas), hasta que llegamos a una media ladera bastante empinada donde empezamos a sufrir los primeros problemas (algunos más que otros). Tras pasar ese tramo complicado, hacemos una pequeña parada donde me pongo crema solar (hay una foto que lo atestigua, así que no me queda más remedio que reconocerlo).

Al poco de empezar ya daba el sol de lleno.

Continuamos por la dichosa media ladera hasta que llegamos al collado de Linza y, poco a poco, ya empezamos a ver el objetivo de la jornada, aunque muy lejano.

Media ladera poco antes de llegar al collado de Linza. Cada uno va por donde quiere/puede.

El resto de la subida es una pendiente bastante suave. El grupito en el que voy nos lo tomamos con tranquilidad, hablando y sin forzar el ritmo para no sudar demasiado, y es que el sol está en todo su esplendor y cae sobre nosotros con fuerza.

Pasado el collado, ya podemos ver el Petrechema. Aún nos quedaba una hora de subida.

Así vamos hasta que llegamos a la base del pico, donde la subida por la arista oeste nos hace volver a todos a la cruda realidad. Una conversación anterior y el ver la cima tan cerca, me despierta el hambre, me entran muchas ganas de comer, así que incremento un poco el ritmo para llegar cuanto antes arriba y poder dar buena cuenta de los atípicos sándwiches que inexplicablemente llevo en la mochila. Llego a las 12:06.

Llegando a la cima donde el grueso del grupo nos espera dándole a la mandíbula.

La cima parece la plaza de los cañones de El Corte Inglés un sábado por la tarde, sólo que no son adolescentes precisamente los que allí se dan cita. Además de nuestro gran grupo, hay otros que también han subido con esquís y con raquetas/crampones. Tras devorar los sándwiches, investigamos el itinerario que deberemos tomar para regresar a Oza. Primero hay que identificar el collado correcto, pues existen dos. En el mapa de Alpina sólo aparece el de Petrechema, pero en el que lleva Julio aparece también el de Sobarcal. Al final, concluimos que el más cercano ( y más bajo) es del de Petrechema, y el más lejano (y alto) es el de Sobarcal, siendo este pico el que queda enmedio de ambos. Lo cierto es que el de Sobarcal tiene mejor pinta, aunque habría que foquear más de 100m desde el de Petrechema, pero nadie ha oído hablar de un itinerario por él, así que decidimos ir sobre seguro, sobre lo que ya han hecho otros Y, aunque no se ve, se intuye la ubicación del Puerto de Acherito.

Parte del grupo en la cima.
Miguel, Marisa y yo, comenzamos el descenso hacia el collado por la magnífica pala sur, con una nieve que se mantiene bastante bien y que nos permite disfrutar. Ya desde el collado, puedo ver cómo parte del grupo se ha decidido a bajar también por allí (lo cierto es que merecía la pena).

Descenso de la pala sur del Petrechema.

Mis compañeros y yo nos asomamos hacia el Este y aparece el valle de Lescún, con una primera pala inmaculada y con muy buena pendiente. Empezamos a bajar y la nieve sigue estando muy bien. En una de las típicas paradas que se hacen para reagruparse y comentar cosas, me doy cuenta de la imponente estampa de las Agujas d'Ansabere; si ya desde la cima del Petrechema eran impresionantes, desde aquí abajo lo son aún más.

Las impresionantes Agujas d'Ansabere.

Seguimos bajando y empezamos a realizar el flanqueo hacia la derecha (sur) para acceder al Puerto de Acherito. Hacemos una parada para decidir la altura que vamos a perder y podemos ver dos restos de aludes: uno a la izquierda, bajando hacia Lescún, y otro a la derecha, justo por debajo del flanqueo que debemos realizar. Miguel, con buen criterio, propone bajar más y pasar por debajo de la colada; pero yo, manifiesto mi poca predisposición a bajar (porque luego hay que subirlo) más de la cuenta, así que propongo pasar de uno en uno y rápidamente por encima del corte visible. No protestan (al menos visible o audiblemente), así que me lanzo a ello. A punto de terminar la parte problemática, la nieve debajo de mis tablas se desliza y me hace caer sobre mi costado derecho. Yo me quedo quieto allí mismo, pero toda la placa que tenía debajo comienza a deslizarse hacia abajo convirtiéndose en una pequeña avalancha que se suma a la que ya había caído anteriormente. Me incorporo y termino el flanqueo hasta situarme en el centro de la pala que da acceso al puerto.

El alud antes y después de nuestro paso. Remarcada en rojo la nueva colada.

A continuación, se lanza Marisa con no mucha confianza (dicho por ella: “me tiemblan las piernas”) y, tras alguna pequeña caída, se reúne conmigo. Y, por último, Miguel.

Miguel espera al fondo a que pase Marisa.

Tras reponernos del subidón de adrenalina y comentar la jugada, ponemos focas y, tras unas cuantas vueltas-maría, subimos los 100m que nos separan del punto superior del puerto.

Últimas zetas para llegar a lo más alto del puerto.
El collado de Sobarcal plagado de cornisas. Imposible descender por ahí.

Quitamos focas y valoramos el trazado que debemos seguir en la bajada para no terminar remando o remontando. Empezamos a bajar a trozos, parando de vez en cuando para reevaluar la situación.

Inicio del barranco de Ferrerías, desde el puerto.

Tal y como vi el día anterior en la subida al collado de Petraficha, no tiene buena pinta. Tras cruzar algún barranco y liberar la talonera para patinar con más facilidad, llegamos a un punto (cota 1.565m) en el que yo no veo claro intentar mantener la altura para llegar esquiando hasta abajo. Ahí decidimos separarnos y, mientras ellos siguen con su idea de esquiar, yo me lanzo hacia abajo, esquiando hasta el barranco y, una vez allí, ver qué posibilidades hay y, si hay que portear, pues a ello. Después de un buen rato sin esquiar una buena pendiente, esa pequeña bajada me sabe a gloria, porque además la nieve, sin estar tan bien como más arriba, se esquía bastante bien.

A partir de ahora es una sucesión de quitar tablas-cruzar barranco-poner tablas-esquiar por la orilla. Al cruzar una de esas veces, se me va el pie y se me llena la bota de agua (fresquita), así que “de perdidos, al río” y no tengo ningún reparo en los posteriores vadeos. Al llegar a la cota 1.300m, ya no compensa el quitar-poner tablas, por lo que decido parar y cargar las tablas en la mochila. Además, sabiendo que la pista está a 1.200m, portear 100m de desnivel en bajada no me supone ningún problema y, al cabo de 20’, llego a la cabaña de la Mina. Yendo de camino hacia la pista, echo la vista arriba a ver si veo a la pareja, y allí están en una isleta de nieve en medio del la pendiente herbosa, a unos 100m de desnivel. Les hago señas, pero no parecen verme.

Miguel y Marisa aferrándose hasta el último resquicio de nieve.

Al llegar a la pista, me calzo las tablas y, con la talonera suelta, voy deslizándome, patinando y remando, hasta llegar al coche a las 15:50.

¿Qué opinión me merece esta travesía? Está bien, aunque con matices.

- Hace falta mucha nieve. A pesar de ser éste un buen año, en la vertiente de Oza falta nieve, sobre todo para poder bajar. Pero si hay tanta nieve, es posible que haya que dejar el coche muy abajo, con lo cual el foqueo por la carretera puede ser excesivo.

- La primera parte de la subida al Petrechema, es una media ladera poco gratificante, si bien es cierto que la arista final y las vistan lo compensan.

- El flanqueo desde el collado Petrechema hasta el Puerto de Acherito se me hizo más corto de lo previsto, y pasar por debajo de las Agujas de Ansabere fue de lo mejor de la travesía.

- El primer día, subiendo al Quimboa y al Chinebral, es una etapa muy completa: un collado, dos picos, una buena bajada corta y una bajada larga, buena al principio y un poco más sosa al final.

¿La repetiría? Si pensara sólo en esquiar, no, porque el descenso final tiene poco de esquí; por lo demás y con suficiente nieve para no portear demasiado, sí.

Remuñé 07/03/2009

Subida con esquís de travesía al Portal de Remuñé (valle de Benasque), como preparación para la travesía de Semana Santa.

Tras un jueves de nevadas intensas y un viernes con fuerte viento del norte, el sábado amaneció casi totalmente despejado y con mucho menos viento, que sólo se mantenía fuerte en cotas altas. Así que dejando unas horas de margen para que la nieve no supusiera un contratiempo en la carretera, llegué hasta el desvío a los Llanos del Hospital sobre las 10:00, donde dejé el coche y me puse en marcha.

Para acceder al valle de Remuñé, es necesario remontar la carretera A-139 durante algo más de 1 km, hasta llegar casi a su final. Con la nieve caída y el posterior viento, toda la carretera es un enorme ventisquero con varios metros de espesor, lo que supone un buen foqueo de calentamiento.

Tras cruzar el barranco de Remuñé, a unos 500 m, llegamos a la entrada del valle (1.785 m).


Así se veían los Llanos del Hospital.


El inicio de la ascensión es prometedor. Está todo cubierto por un precioso manto blanco inmaculado, da pena rayarlo con las tablas; además, la suave pendiente te adentra en un bosque de abetos que le da mucho encanto (1.850 m).


Al fondo ya se puede ver el Portal (2.831 m) y la Forca (2.945 m) de Remuñé envueltos en ese viento que se puede apreciar en la foto. En este punto (1.910 m), el viento es más flojo y se agradece, porque los zuecos de más de 10 cms de espesor que se forman en este tramo de subida hacen sudar de lo lindo.


A 2.040 m, el barranco se estrecha y es necesario remontar por la derecha.


Luego se vuelve a abrir y podemos retomar el trazado por el barranco mismo, aunque con precaución en el paso que se ve en la foto en caso de que la ladera estuviera muy cargada (no era el caso). Si así fuera, habría que subir por la izquierda.



Una vez pasado ese tramo, el barranco se vuelve a abrir y ya podemos ver más cerca nuestro destino, aunque sigue soplando fuerte el viento allá arriba.


A 2.450 m, una vez pasados los ibones invisibles por la nieve, se llega a un pequeño promontorio donde se puede ver el circo coronado por la arista de Remuñé y los picos Tusse de Remuñé, Rabadá, Navarro y, por último asomando por la derecha, la impresionante mole del Maupás.


Durante toda la subida no hice ni una vuelta maría ni utilicé las alzas, aunque en la foto parezca lo contrario (2.570 m). Con esto quiero decir que la pendiente nunca fue muy pronunciada, no era exigente y permitía escoger trazados asequibles.


Por fin, tras 4 horas de subida y 1.150 m de desnivel, llegué a la Forca de Remuñé, mirador incomparable del circo de Literola: desde el Perdiguero a la izquierda, hasta los Crabioules a la derecha.


Al otro lado, hacia el Este, las Maladetas.


Tras solventar un problema con la fijación (algo que se está convirtiendo en habitual, lamentablemente), inicio la bajada. La nieve está venteada, con zonas muy buenas, pero otras con costra que te dan algún susto inesperado. Pero en general, en la parte alta, la nieve está para disfrutar, a pesar del molesto viento de cara. En la foto, puede apreciarse cómo ya no está la huella de subida, y es que el viento la tapaba a los pocos minutos.


Terminada la parte alta, nos metemos de lleno en el barranco, donde la nieve está un poco más cambiante, pero aún se disfruta.


Y nos metemos un poco más...lástima de la poca pendiente.


Ya cerca de la carretera, volvemos a adentrarnos en el bosque, donde es una gozada esquiar entre los abetos. La nieve ya empezaba a estar un poco pesada.


Ahora sólo queda retornar al coche por la carretera, que parece otro barranquillo.


Nó sé de qué peligro alerta la señal, pero sé que está en el arcén derecho.


Y eso es todo. Siento la calidad de las fotos, pero son de un móvil a 1.3 Mpixels.